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Isabel Opazo Salazar, Puerto Montt–Chile

Profesora Normalista  

 

POETA NERUDA.

 

Cuando te fuiste, hermano,

Te aprisionó la noche

Con sus dientes profundos.

Faltó el cristal azul de tu canción.

Te escucho cantar desde la espesura

De mis noches desiertas.

 

En los amaneceres sombríos

Lloran tu ausencia, las cosas.

Busco encontrar tu rostro entre la niebla,

Al pie de los manzanos, a la luz de los faroles,

Más allá de las sombras.

Bebiste a sorbos todo el universo

con aliento de niño.

Anduviste por caminos y campos

donde habita la savia milenaria

Con tu voz, florecieron las Palabras.

Tu vida fue lucha, amor y esperanza.

Generación futura: secad vuestras lágrimas

Guardad vuestras plegarias

Nuestro Vate pedía solo Amor,

no otro exilio en el cielo.

Guardemos su recuerdo

En esta puerta abierta

En el celaje de los siglos.

 

 

VOLANTÍN DE LA PAZ.

Vientecito especial,

Septiembre,

Sol acariciador,

Florecer de volantines.

El cielo es un pañuelo azul tendido

En el cansado letargo de la tarde.

 

No hay juego más hermoso

(Cuando pienso en mi infancia)

Ver un volantín

Dibujado a lo lejos,

No quieto, sino en el aire dando cabezaditas

Como bestia en sumisa pradera,

Luchando por subir

Siempre más alto

Llevando mensajes de esperanza, fe

Amor, dulzura y paz.

 

Tener un volantín es un paraíso

Sin embargo, hay algunos

Que nunca, tuvieron esa dicha,

En el único momento en el que debían tenerlo.

 

En el límpido fondo azul

El volantín

Allá arriba nos sonríe

Nos cuenta todo lo que ve, lo que siente.

Abajo,

Luminosas manos, conduciendo sueños,

Lo elevan.

El fugitivo recibe mensajes

Por el hilo conductor.

Se encumbra con

Con radiante belleza

Momento que lo sentimos

Como una prolongación de nuestro ser.

 

Hay batallas campales en el aire

Destellos de combate

Se libera entre los vientos

Asciende el peligro, estalla la amenaza,

Para trocar la paz por una muerte..

Se destruye, cae de golpe, sin vida

En la más desolada soledad

A veces, se suelta, se desprende

Como una criatura intrusa en ese reino alado.

 

Sube al cielo, se va

Hacia los que tienen su morada en las alturas

Se lleva nuestras esperanzas.

Anhelos de dicha

Se pierden en el horizonte infinito.

 

Sueño con el momento de verlo regresar

No solo,

Sino con un enjambre de miles

y miles de ellos

Que cubrirán los pueblos, campos y ciudades

Con algarabía sin par,

Con alegrías

Colores y paz.

No en vano mecen el corazón

Las bellas primaveras.

A pesar de los años aún espero

El regreso de mi volantín.

 

ILUSIÓN DE JUVENTUD.

 

No estabas en mi umbral

Cuando salí a buscarte

Se borraron tus marcas

Nunca más me llamaste

Y dejé de nombrarte.

 

Giró sin detenerse

El carrusel del tiempo

Absorbiéndolo todo

Transformando la vida

Cada cual, a su modo.

 

 

 

El viento de la noche

Me trajo tu sonrisa

Y recordé aquel beso

Compartido en la esquina

Como niños traviesos.

 

Mil años, pareciera,

Que tu silencio es sombra

Una herida has abierto

Delicada y muy honda.

 

Una vez mi corazón latió

Fuerte con tu mirada

Y te admiró y te quiso

Y se grabó tu imagen

-Estaba enamorada-

 

¿Cómo llegaste a mí

ahora en el ocaso?

 

Has hurgado en la lumbre

De la fiebre nocturna.

Igual que en aquel tiempo,

Como un eco rotundo

Que estremeció mi mundo.

 

MI SOLEDAD Y TÚ

 

Yo te recuerdo “Amor”

Desde hace mucho tiempo

Siento crecer

En lo más profundo de mi pecho

Invasiones de sombras

Enredaderas muertas

Pegadas a tu aliento

Que escuché tantas veces

Descubriendo recuerdos

Sepultados

En el sopor más hondo del olvido.

 

Mi soledad es todo cuanto tengo de ti

Lleva tu nombre

En su versión de piedra.

Está hecha de ti

Aúlla con tu voz en todos los rincones

Camina junto a mí con su paso vacío

Crece como una llaga

Cuando la nombro con tu nombre.

 

 

Las estaciones que pasan por mi piel

Lo mismo que a través de tenues ventanales

Lleva de cada uno

Una sombra del otro

Por los distintos cielos

Y no han logrado extinguir esa cálida ráfaga

Que corre desde entonces

A través de mi sangre.

 

¡OH Amor!

Basta sólo tu nombre

Para entreabrir un cielo

Semejante a la incesante y muda

Confusión de los días.

Mi tiempo es ahora

Un recuerdo de gestos ya marchitos.

Un sueño detenido,

Un clamor sumergido.

Fue necesario el solitario lamento

Del viento entre los árboles

Para que yo supiera que, en la soledad,

Contemplamos los seres y los tiempos.

Tú y yo,

Compañeros de los mismos designios

Compartimos una misma ternura

Que nos reconoce unidos para siempre.

Y así me voy sumiendo,

Corazón hacia adentro.

 

 

(Del Poemario “Umbral de Angustia”)

 

EGO

 

Cada día despierto cautiva en esta piel

Con mi metro sesenta de estatura

Cosida con un hilo sin nudo

Aferrada a esta envoltura

Que me protege por entero.

Sumergida en esta cáscara errante

Al golpe de mi sangre y a mi pila de huesos.

Apenas mi piel es apta para vestir

La esfinge desmesurada

Que me habita.

Bajo la misma lona

El fantasma de ayer y de mañana.

Mi nariz me estampa en este mundo

Me expone a los vientos invasores

A través de las fosas vulnerables

Olfateando peligros y costumbres.

Aspiro y exhalo, en mutua trasfusión

Con todo el universo.

Día y noche doble soplo de vaivén

Nos expandimos y nos contraemos

El universo y yo.

Sobrevivimos juntos

Uno en favor del otro.

Me adhiero con mi boca

A las posibles venas del planeta

Con mi risa en retazos que ilumina mi cara.

Y una boca fruncida que simula el olvido.

Moldeo muchas caras en esta sinuosa piel,

Caras como resúmenes de nubes.

Mis manos no consiguen alcanzar

Las visiones que pasan por mis ojos;

Estos ojos que interrogan las vanas ecuaciones

De rostros y de cosas.

Me inquietan estas manos

Que juegan al misterio y al azar.

Cuando las miro, pliegan y repliegan,

Abanicos de horizontes furtivos.

(Manos en su oficio de manos.)

Estos son mis dos pies, para el paso,

Dispuestos a avanzar y dejar su señal.

Pies dueños de la tierra

Que seguirán marchando

Hacia el lejano horizonte

A pesar de los guijarros

Y baches del sendero.

Hace ya muchos años

Que corro por estos laberintos

Y sigo transitando

Con esta red de venas y de arterias

Mientras arrastro fardos y canciones,

Hasta perder la piel y acampar en el alma.

 

 

Benefactora

A Sor Teresa de Calcuta.

 

Manos de paz llenaron de emoción

Al anhelo ferviente de corazones acongojados.

Su luz dorada fue lamento caro y bello

Cada destello fue reclamo de auxilio

Con voz de enredadera.

¡Ay Divina Teresa con alma generosa!

Repartiste bondades mirando hacia los cielos

De espaldas a la luna

Sin esperar regreso.-