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Víctor Hugo López Cancino

México

 

Víctor Hugo López Cancino , abogado, maestro en derecho de empresa, maestro en administración pública y doctor en educación.

Declamador, bailarín, actor y poeta.- Autor de los poemarios: “Zurcido de pasión y de Esperanza”,

“Poesía Libre de mi alma desvestida” y “A la vuelta del silencio”.

Coautor del poemario “Versos Hilvanados”; compilador de las antologías: “En esta hora del tempo”,
“Letras para Chiapas”, “Al otro lado del sendero”, “Dibujamos las estrellas”, entre otras; ha sido antologado en libros nacionales,

por citar algunos: “83 poetas en el 83 aniversario de Jaime Sabines”, “Voces Poéticas de Tuxtla”,
“Universo poético de Chiapas”, “Hemisferios”; así como los libros internacionales, por citar algunos: “Homenaje a Octavio Paz”, “A los niños de Siria”, “Mil poemas a Gabriela Mistral”,
“Homenaje a Alfonsina Storni”, “Todos somos África”, “Mil almas, mil obras”, “Habla el alma”, entre otros, cuyos compiladores son valiosos personajes mundiales con un espíritu incansable de servicio:
Alfred Asís y Guillermo A. Bazán Becerra.

Su obra también ha sido publicada en diarios estatales y nacionales y en diversas páginas virtuales internacionales. Expresidente de la Asociación de Escritores y Poetas Chiapanecos A.C. y actual Presidente de Honor y Justicia de la misma Asociación.- Pertenece al Manifiesto Universal de los Poetas del Mundo y también al Grupo Cultural Internacional denominado “AMERICA MADRE” con sede en Argentina,
siendo presidente de la Filial en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México.  

 

POEMAS:

A LA MADRE TERESA DE CALCULTA.

Dejaste huella en el niño desvalido,

con tus manos marcaste

la sien de la esperanza,

devoción, amor, respeto y sacrificio, inculcaste

para después, como pájaro blanco emigrar hacia lo lejos.

Misionera de la fe

¿Cómo es el mundo de los rectos?

 

PABLO

Desde mi adolescencia supe de ti,

fuiste una de las luces

que guio mi literario sendero,

escombré tus secretos

y me apoderé de tus miedos,

aún sollozo contigo en mis momentos negros,

negros como la isla que guarda tus recuerdos,

tus amores, tus sueños, tu aliento, tu cuerpo…

 

A LA VUELTA DEL SILENCIO

 

A la vuelta del silencio

escucho la voz

que abandonó tu cuerpo.

Es libre como el aire.

Nada queda

sólo tus recuerdos.

SOY UN SOÑADOR

Quizá con mis letras

profano la verdadera poesía

 

Soy un soñador,

Combino mi realidad

con la divertida fantasía,

mezclo las copas de vino

con la sangre apasionada.

 

Siembro en las nubes

la esperanza y el afecto,

amanezco de noche,

duermo en los días.

 

Tal vez no soy poeta

pero escribo y escribo,

pretendo desahogar mi espíritu,

gritar en el silencio

y deshilar mis sentimientos

convirtiéndolos en versos.

 

 

VersAsís: “ SEMBRADOR

 

Alfred,

con fervor

y ahínco sostened

tu ánimo y honor,

pues a la literatura

cultivas gran amor,

eres cultura

¡Sembrador!

 

 

 

AQUÍ ESTOY

 

Aquí estoy

entre las hojas que caen

a merced del viento.

Habían de abandonar el árbol,

morir un instante

y alimentar la tierra.

 

Me miro,

no soy nada,

sólo misterio,

letras, palabras,

versos, poesía.

 

Rosas en colores adornan la mañana,

trinos de aves me invaden.

Aquí estoy.

Contemplo el baile de las nubes,

observo las hormigas,

espero al sol aparecer.

 

Escucho afanoso a mi corazón

su voz no calla,

especula, decide, siente.

Aquí estoy.

 

El escenario matutino

se pinta en mis pupilas.

Florece.  

 

ALLENDE EL SENDERO

 

A pesar de todo camino sobre la hojarasca

que dejó el otoño

hago a un lado las piedras

que obstaculizan mi andar

y aquellas que osaron esconderse

en mi calzado.

 

La tarde muere con el soplo del destierro,

ahí voy, solo, triturando el lodo

que quedó de la última lluvia de ilusiones.

 

Allende el sendero

encontraré la última flor que nació

en el invierno,

quitaré las espinas que formaron los recuerdos.

Abriré las ventanas de la casa de mis sueños,

cobijaré la esperanza de vivir un mundo nuevo.  

 

HUMANIDAD, DETENTE

Humanidad detente,

no labres tu infortunio, escucha, no sigas adelante,

si lo haces, podrás con tus carreras destruirte

y provocar el fin del mundo.

Ausencio García Luna.

 

Humanidad, detente,

ya vas al precipicio,

reflexiona, piensa firmemente

que acciones adversas

contaminan el ambiente.

 

El viejo y mágico árbol

que sus brazos extendió

y te brindo sombra y cobijo,

no existe más,

el industrial lo mutiló.

 

El imponente y cristalino río

que junto a ese viejo árbol bailó

triste recorre ahora

las piedras que lo adornaban,

su cuerpo no es agua dulce,

en desecho de fábrica se convirtió.

 

El viento ya no acaricia,

las emplumadas aves dejaron de cantar,

ruido de motores ocuparon su lugar. Humanidad, detente,

con la naturaleza vas a terminar.

 

El mar ha embravecido,

el tranquilo volcán despertará,

los polos se deshielan,

los ecosistemas hay que salvar.

 

Humanidad, detente,

¡La madre tierra te pide auxilio!

Si tú no la socorres, nadie lo hará.

 

En la constante plegaria

para que la miel no se haga hiel,

una lágrima cae sobre el papel

que escribe este poema a la humanidad.